Probablemente, querido lector, la lectura del titular te haya recordado la mítica serie de televisión “V” (enlace wikipedia) en la que unos extraterrestres humanoides, en realidad reptiles, invadían nuestro planeta y un grupo de humanos liderados por un periodista y una científico se convertían en la resistencia activa.
¿Qué opinarías si insistiese en esta idea y te dijera que es cierto que todos llevamos un “reptil” dentro de nosotros?
Paul McLean fue un neuro científico que hizo importantes aportaciones al mundo de la psicología y la psiquiatría. Entre ellas, una de las más conocidas es su teoría acerca de la evolución del cerebro. De hecho, según McLean, nuestro cerebro está formado por tres cerebros: el reptiliano, el paleomamífero y el neomamífero o neocortex. A esta teoría también se le conoce como Teoría del Cerebro Triuno).
(Fuente Imagen: Sites Google)
El cerebro reptiliano está localizado en el tallo cerebral y regula los elementos básicos que proporcionan la supervivencia. Este cerebro no aprende, se centra en la conservación de la vida, es impaciente, no le importa el tiempo, es caprichoso, es quien marca los territorios, está en constante funcionamiento y emite péptidos (adrenalina).
El cerebro paleomamífero comprende el sistema límbico y lo tienen todos los mamíferos y aves. Se caracteriza porque es el encargado de añadir la experiencia a los instintos básicos del cerebro reptiliano. Es el cerebro del aprendizaje y necesita del afecto para aprender. En este cerebro aparece la memoria y la distinción entre pasado y presente.
Por último, el cerebro neomamífero, que añade a los anteriores la facultad de regular las emociones específicas basadas en las percepciones e interpretaciones del mundo inmediato. Este cerebro se caracteriza por ser únicamente humano, es intelectual, es capaz de imaginar y visualizar, distingue en presente, pasado y futuro, tiene obsesiones, miedos y dudas, se plantea objetivos a conseguir y conoce el lenguaje.
La información parece que, según esta teoría, entra en nuestro cerebro por el reptiliano, pasa por el paleomamífero y por fin llega al neomamífero.
En un niño con una rabieta, en una persona que grita en plena discusión, en una persona que se enfrenta a un peligro, quien actúa es parte reptiliana de nuestro cerebro, que siempre está en funcionamiento. Ofrece una respuesta puramente animal. No tiene sentimiento ni recuerda nada. Ve un peligro y se enfrente, huye o se deja vencer. Intenta hacer patente su razón mediante la fuerza. Es el aquí y ahora. Pensemos en un niño en plena rabieta. Es él y su idea. Solo le importa eso. Y no intentemos razonar con él. No entiende nada y sigue con lo suyo.
Parece ser que en 6 segundos, puede entrar una información por el reptiliano, pasar por el paleomamífero y llegar al racional. Por eso, siempre se dice que si nos enfadamos, antes de hacer nada, contemos hasta diez. De esa forma, quizás logremos llegar a hacer funcionar la parte racional de nuestro cerebro y podamos actuar de forma más adecuada.
Propongo al lector una reflexión: “¿Cuál es nuestro cerebro predominante? El que prevalezca más uno u otro no es lo importante. Todos son necesarios. Uno nos ayuda a reaccionar ante un peligro, otro a imaginar, recordar y amar y otro a reconocer pasado, presente y futuro. Lo importante es que sepamos reconocerlo en nosotros y en los que nos rodean para poder manejar adecuadamente las situaciones.
Post publicado por: Carlos Marín
Especialista en optimización y control industrial. Profesor del área de Mantenimiento y Producción en SEAS, Estudios Superiores Abiertos, centro de formación online del Grupo San Valero.