¿Compartes tu ocupación laboral con alguien que responde a lo que se ha llamado Síndrome SAPO? O todavía quizás, peor. ¿Nos reconocemos nosotros mismos como afectados por este síndrome?
SAPO es el acrónimo de Soberbia, Arrogancia, Prepotencia y Obstinación
Como podemos ver, se trata de comportamientos que no favorecen demasiado ningún escenario, y por supuesto, tampoco un ambiente laboral.
Pecar de soberbia se atribuye a personas que no aceptan que se equivocan, al considerarse superiores al resto. Si hay algún error, aunque sea propio, trasladan la responsabilidad del mismo a otra persona. Son altivos y vanidosos y generan malestar en quienes se relacionan y trabajan con ellos.
El arrogante persigue a toda costa llamar la atención, ser el centro de todo y ser admirado, a veces con menosprecio y faltas de respeto hacia quienes les rodean y a sus opiniones.
Ser prepotente es un paso más con respecto a la arrogancia. Según sea el caso, una actitud es la consecuencia de la otra o viceversa. La persona que manifiesta prepotencia se cree más inteligente que el resto y no presta atención a lo que puedan decir otros.
Por último, el obstinado solo da por cierto y válido lo que dice y opina y difícilmente cambiará de opinión o de ver las cosas.
A modo de resumen, los psicólogos industriales definen a las personas afectadas con el síndrome SAPO, como muy competitivas, poniendo el logro de lo que se proponen por encima de posibles amistades, poniendo en practica actitudes hipócritas que le faciliten dichos logros, piensan que siempre tienen la razón amparados en la creencia de que son superiores a quienes les rodean, y tienden a despreciar y menospreciar a los demás, sobre todo si ven ellos una competencia seria que pueda hacer tambalear y peligrar su estatus en la empresa.
Convivir con personas de este perfil, ya sean en nuestros equipos de trabajo o incluso tenerlos como responsables de áreas de la empresa, convierte el día a día en una lucha continuada, que provoca un gran desgaste en las personas que puede conducir a desmotivación y conflictos de consideración, que nada van a favorecer la productividad.
¿Y qué hacer para que estos “sapos” no influyan de manera determinante en el ambiente de nuestra empresa y en sus resultados?
Se suelen dar algunas recomendaciones, todas ellas enfocadas a la forma de organizar el trabajo y a la posibilidad de capacitar a los trabajadores en algunas habilidades que pueden ser determinantes.
El trabajo en equipo, la planificación adecuada de llevar a cabo las tareas, acorde a prioridades, la mejora en adaptabilidad a las necesidades que surjan en cada momento, el aprender a ser tolerante con la crítica que se pueda recibir y el fomentar la creatividad e iniciativa en nuestros trabajadores suelen dar muy buen resultado. ¡A por ello!
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Especialista en optimización y control industrial. Profesor del área de Mantenimiento y Producción en SEAS, Estudios Superiores Abiertos, centro de formación online del Grupo San Valero.