Cada vez se oyen más voces que aseguran que el color nos afecta, tanto en el plano físico como en el intelectual y emocional. Un color puede generar en nosotros sentimientos diversos: alegría, tristeza, enfados, etc. También está aceptado que la escala cromática influye en la presión de la sangre, los músculos y los nervios y provoca importantes asociaciones de ideas y percepciones en el cerebro humano, facilitando estimulación o relajación.
Aceptada esta idea, dependiendo de nuestro estado puntual y nuestras necesidades concretas en ese momento, parece razonable pensar que un color podría favorecernos o perjudicarnos en cuanto a la consecución de nuestros objetivos. Por ello, ¿podría el color de las paredes de nuestro habitáculo de trabajo generar una emoción que nos ayude a ser más productivos en el sentido que sea? Tiene sentido el pensar que según nos sintamos, así va a ser nuestra forma de trabajar.
Los colores y la productividad en el trabajo
Así lo pensaron en la Universidad de Creighton (Omaha, Nebraska) y decidieron investigar que ocurría con el estado de ánimo y la productividad de los trabajadores en función del color con el que se pintaban las paredes. Vieron que influían características tales como la intensidad, el grado de calidez o frialdad, además del propio color. Midieron incluso la eficacia en el trabajo de una muestra significativa de trabajadores y comprobaron que un cambio de color en las paredes de las oficinas supuso un incremente del 38% de rendimiento en su trabajo.
No es un secreto que en salud mental hace muchísimo tiempo que se aplican técnicas de cromoterapia con el fin de mejorar el humor u bienestar interior del paciente.
Ejemplos de colores en el entorno
Por ver algunos ejemplos, el color rojo acelera nuestras pulsaciones y activa el instinto de lucha y de huida. Puede ayudarnos a mejorar nuestro rendimiento siempre y cuando no nos estresemos con mucha facilidad, ya que en ese caso, se convierte en un importante obstáculo. Si el espacio es muy amplio, puede resultar inadecuado ya que podría generar irritación. Puede favorecer a los trabajos que requieran un gran consumo de energía física.
El color azul, sin embargo, es relajante, y ayuda a despejar la mente, manteniéndonos despiertos y concentrados. Se usa mucho en paredes de oficinas porque además favorece la comunicación.
En lugares donde sea necesario que emerja la creatividad, el amarillo es nuestro color. Irradia positividad y confianza en uno mismo y hace que nuestro ánimo favorezca el hacer muchas cosas a la vez en poco tiempo. Paredes en verde favorecen que haya un equilibrio agradable, provocando sensaciones de calma y tranquilidad.
Experimentar con los colores
Quizás sería buena idea revisar qué colores predominan en nuestros lugares de trabajo y que analicemos nuestro nivel de productividad viendo si guarda relación con estas teorías. Y para los más valientes, el reto es probar a cambiar el color y ver qué ocurre.
Si te ha gustado este artículo, te animamos a seguirnos y leer más noticias y novedades de nuestro blog. Igualmente, también puedes visitar nuestra web, para conocernos un poco más y ver nuestra oferta formativa de más de 200 cursos en modalidad online.
Especialista en optimización y control industrial. Profesor del área de Mantenimiento y Producción en SEAS, Estudios Superiores Abiertos, centro de formación online del Grupo San Valero.