Cuántas veces repetimos conceptos como si fueran verdades universales sin pararnos a reflexionar sobre ellos con espíritu crítico. Sin ir más lejos, a la hora de reflexionar sobre cómo deben establecerse los objetivos en la actividad empresarial, rápidamente nos vienen a la mente palabras como “cuantificables”, “alcanzables”…. El caso es que he encontrado un resumen bastante notable de la obra de un insigne gurú llamado Gary Hamel (considerado por The Wall Street Journal como “the world’s most influential business thinker”), que pone patas abajo bastantes de estos conceptos.
Así, la regla número uno para la gestión de las empresas del futuro es, a juicio de Hamel, establecer expectativas irracionales. Tan ambicioso planteamiento no genera por sí mismo multitud de estrategias inconformistas, pero, a la inversa, carecer de él es garantía de estrategias insulsas.
Convencer a los empleados de que es razonable establecer metas no razonables es materia delicada. Debe recurrirse a ejemplos reales, como el de la empresa pionera en poner en el mercado lechuga limpia y precortada, que pasó de facturar cero a facturar 1400 millones de dólares en diez años; sin ir tan lejos, una empresa española del mismo ramo – Verdifresh – vende, como interproveedor de la cadena de supermercados Mercadona 2,5 millones de bolsas de este tipo de producto. “No existen sectores maduros, dice Hamel, solo gestores maduros que aceptan las definiciones al uso de lo que es posible”.
Una advertencia: rechazar los atajos. La creación de riqueza a largo plazo pasa por la Innovación con mayúscula (de ella hablamos con detalle en nuestro curso de Gestión y Desarrollo de Producto), no por operaciones especulativas y cortoplacistas.
Post publicado por: Miguel Angel García
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