Seguro que consciente o inconscientemente, justo al conocer a una persona que nos presentaban o al entrar en una empresa, hemos sentido que esa persona nos gustaba o que esa empresa nos daba “mal rollo”. Incluso lo hemos podido sentir a la inversa, pensando que hemos dado muy mala impresión a esa persona que nos ha entrevistado para un trabajo.
Las llamadas “primeras impresiones” son importantísimas
Cuando acudimos a una empresa, si la persona que nos recibe en primer lugar (recepcionista, por ejemplo) nos parece agradable, educada, correcta, … y su indumentaria entra dentro de esos cánones que tenemos de cómo debería vestir desarrollando esa función, parece que ese negocio que queremos hacer allí es más probable que lo cerremos. Esa primera impresión parece que determina en cierto modo nuestra actitud a la hora de seguir adelante.
Lo mismo ocurre si, a nivel menos laboral, y más personal, nos presentan a alguien. Los expertos dicen que tardamos 20 segundos escasos en hacernos una idea de “cómo es” esa persona. Está claro que es un tiempo insuficiente y que podríamos equivocarnos, pero así ocurren las coas. Mediante un “juicio super rápido” nos hacemos una idea y eso puede afectar, y de hecho, afecta, en los siguientes pasos de nuestra posible interacción con esa persona. Es algo que surge, en un primer momento, de forma inconsciente y que es difícil de controlar. Posteriormente, de forma ya más consciente, completamos esa imagen que nos hemos hecho con otros detalles, pudiendo mejorar o empeorar aún más.
Somos humanos y deberíamos apostar por la segunda oportunidad
Para que esas primeras impresiones no nos lleven en ocasiones por mal camino debemos dar una segunda oportunidad. A veces nos creemos unos grandes “Sherlock Holmes” y a partir de sutilezas no verbales novelamos la personalidad de nuestro recién conocido: a qué clase social pertenece, a que fuerza política es afín, si podemos confiar en él, si es muy inteligente o un “poco cortito”, si confía en sí mismo, etc. Entre tantos detalles es muy probable que con alguno acertemos, claro. La imagen que hemos proyectado, sin embargo, puede ser diametralmente opuesta a la realidad.
Las primeras impresiones no solo se dan con personas. Un logo de una empresa, cómo se ha diseñado el interior de una tienda, el aspecto de nuestra web, cómo escribimos en nuestras redes sociales, las fotografías que cuelga un usuario de Instagram, … Todo ello contribuye a generar una primera impresión y una expectativa. Es por ello, que las empresas se hayan empeñado en controlar muy bien todo esto, porque nos guste o no, es cierto que todo ello habla de “nosotros”. Y como un cliente potencial “le dé por pensar” que algo que no acaba de gustarle o le genere dudas, se buscará a otro.
¿Qué se recomienda para dar una buena primera impresión dentro del mundo de los negocios y la empresa?
Cuerpo erguido, pero no rígido, mantener contacto visual, pero procurando no incomodar, vestir acorde a las ocasiones, maquillajes discretos, mantener el volumen de la voz de forma que la otra persona lo escuche perfectamente, no elevar mucho ese tono de voz, mostrar seguridad al hablar, … Si alguien nos visita en nuestro lugar de trabajo, además, cuidar el orden y limpieza. Si tenemos actividad en redes sociales, ofrecer una presentación atractiva de nuestras aportaciones y sin faltas ortográficas. Mostar puntualidad en citas y reuniones, cuidar que nuestros móviles puedan sonar en momentos inadecuados. Y si estamos presentando nuestro negocio, o un producto o servicio que queremos ofrecer a un cliente potencial, cuidar la calidad de las fotografías, grados de acabado de muestras y prototipos, folletos y catálogos que pudiéramos querer entregar, un buen PowerPoint o Prezi, etc.
Hemos de ser conscientes de la competencia tan fuerte que hay en los mercados. Y una posibilidad que se va, igual ya no vuelve. Oscar Wilde decía que nunca hay una segunda oportunidad para una primera impresión. Y nos guste o no, “la primera impresión sigue siendo la que cuenta”.
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Especialista en optimización y control industrial. Profesor del área de Mantenimiento y Producción en SEAS, Estudios Superiores Abiertos, centro de formación online del Grupo San Valero.
Luis Manteiga Pousa
19 febrero, 2023 at 12:10 amEn algún caso puede que valga la primera impresión pero generalmente no. Hace falta un tiempo para poder empezar a valorar. Y aún con tiempo…