La innovación a lo largo de la historia ha sido un referente que ha permitido el desarrollo del hombre y de la sociedad. Innovar es utilizar el conocimiento no sólo para crear productos, servicios o procesos nuevos, sino también mejorar los ya existentes y obtener éxito en el mercado.
El Manual de Oslo, en su tercera edición, incluye distintos tipos, como innovación de producto, de proceso, de marketing y organizacional.
Además la innovación es la clave de la supervivencia de las empresas, puesto que en algún momento deben realizarse cambios que eviten “el conformismo” y que permitan a los clientes obtener un valor añadido en sus productos. Dicha innovación lleva a ser más competitivos, lo que implica un aumento de las ventas y la posibilidad de exportar, algo que puede ser fuente de salvación en estos tiempos de ajustes y crisis.
El concepto I+D+i hace referencia a investigación, desarrollo e innovación. Mientras que el término desarrollo proviene de economía, investigación e innovación provienen de ciencia y tecnología. Además todos los países procuran desarrollar planes de I+D+i que sirvan de instrumento y guía de desarrollo para las empresas, para que innoven en sus procesos y utilicen las nuevas tecnologías.
Si entendemos que no podemos competir con otros países en mano de obra, la cual es mucho más barata, según el continente en que se ubiquen las empresas, la diferenciación está en el valor añadido que integre el producto ofertado. Una prioridad deben ser los productos con alto valor tecnológico, los cuales no se basan en mano de obra barata.
Por lo tanto, la innovación debe ser un reto cultural para todas las empresas, que deben asumir que el camino debe ser continuo y no siempre se alcanzan éxitos, sino que también hay que aprender de los errores.
Las empresas en relación con la innovación, también tienen una responsabilidad hacia la sociedad con los productos que oferta y con las retribuciones hacia los empleados, pero también hacia la sostenibilidad y el medio ambiente. No hay normas ni leyes que obliguen a llevar una responsabilidad social empresarial (RSE), pero cada vez más empresas son las que marcan unos límites en los que el beneficio económico no sea la única guía. Además, esta RSE puede retornar a la empresa en forma de aumento de ventas por la imagen positiva que ofrece a la sociedad.
Post publicado por: Jose Luis Calvo
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