Uno de los principales problemas a los que nos enfrentamos viviendo en una sociedad urbana como la de hoy es la contaminación acústica. La alta actividad humana en las ciudades genera toda clase de sonidos molestos. Todos estos ruidos no sólo causan incomodidad y son causa de disputas, sino que además pueden originar importantes daños en la salud de las personas.
¿Qué es la contaminación acústica?
Aquel sonido o vibración que altera las condiciones normales de un determinado ambiente y que puede causar molestias, riesgo o incluso daño para las personas.
El sonido es un fenómeno físico producido por una vibración que se transmite a través de un medio como el aire, en forma de ondas sonoras que captamos con nuestros oídos y traducimos en el cerebro como la sensación sonora.
Cuando este sonido es inesperado o no deseado lo definimos como ruido. Podemos catalogar distintos tipos de ruidos en función de su intensidad, cadencia, frecuencias y duración en el tiempo. Puede ser un ruido continuo, un impulso simple de alta intensidad, ruidos fluctuantes o repetitivos.
¿Cómo se mide el ruido?
La unidad para medir las presiones acústicas (intensidad, potencia y presión) del sonido es el decibelio (dB). Para calcular el nivel de ruido se usa el decibelio ponderado (dBA) filtrando la altas y bajas frecuencias, que no son perceptibles por el oído humano.
Gracias al sonómetro podemos captar y medir esta presión sonora en un lugar y momento determinados. Para comprobar si hay contaminación acústica, se deben hacer varias mediciones en distintos momentos, antes de que se genere el ruido y mientras esté sonando.
Qué dice la ley sobre contaminación acústica
En nuestro país es la Ley contaminación acústica 37/2003, de 17 de noviembre, del ruido, en lo referente a la evaluación del ruido ambiental dónde queda regulado.
A nivel estatal se excluye con esta ley el ruido de actividades militares o en el puesto de trabajo, el resto queda regulado por las ordenanzas municipales o la legislación autonómica vigente, dentro de los parámetros del el Real Decreto 1367/2007.
Estas regulaciones establecen los límites de decibelios, en función de la hora del día y de la actividad que esté causando el ruido. Por ejemplo, el ruido doméstico (comunidades de vecinos), de obras, tráfico o de zonas de ocio.
Efectos de la contaminación acústica
La OMS, ha declarado que el ruido tiene efectos perjudiciales para la salud de las personas. Dependiendo del tiempo de exposición y del tipo de sonido, se pueden causar daños fisiológicos y psicológicos.
Los niveles altos de ruido puede causar daños en el tímpano generando una pérdida de audición. Además, una exposición continuada al ruido puede originar problemas psicológicos, causando estrés, síntomas depresivos, privación del descanso, que a su vez generarán más problemas de salud como enfermedades cardiovasculares o afecciones estomacales.
El problema de la contaminación acústica se suma al resto de retos al que las ciudades modernas deben enfrentarse para garantizar la salud y el bienestar de sus habitantes.
Los estados han entendido que la falta de descanso mina la productividad de las personas y, por tanto, afectará a la economía, por lo que es importante no sólo una legislación sólida sino la concienciación de los ciudadanos.
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