Inicialmente podemos definir de una manera sencilla el término Big Data como la cantidad y tipo de información que dejamos a los operadores de internet una vez que hemos acabado de navegar.
Cuando cerramos la sesión o borramos el historial, los nuevos usuarios de nuestro ordenador no pueden conocer las páginas que hemos visitado, pero… ¿todo termina aquí? La respuesta es no.
En internet sí que quedan almacenados estos datos y en estos momentos hay empresas que se dedican a recopilar la información derivada de las páginas que hemos consultado. Gustos, costumbres, intereses… Estos resultados son tan valiosos que hay entidades que pagan por ellos.
¿Para qué los utilizan? Pues no solo para fines comerciales (a todos nos ha pasado que consultamos algo y enseguida nos aparece publicidad relacionada en nuestra pantalla), sino que ya hay algunas compañías de otros sectores que empiezan a tomar decisiones que acarrean grandes inversiones con las que obtienen cuantiosos beneficios.
En cuanto a temas más personales, por ejemplo, hay bancos que se interesan por estos datos del cliente a la hora de dar una hipoteca, ya que pueden deducir de estas navegaciones si tienes intención de pagarla o si realmente vas a poder.
También hay personal de Recursos Humanos que lo utiliza para valorar la seriedad de una persona en el trabajo a la hora de contratarlo.
La tendencia es que esta forma de comerciar se extienda cada vez en más sectores y usos. Evidentemente no podemos pensar continuamente cómo va a afectar en nuestra vida el uso de internet, pero algo tendremos que concienciarnos, ya que no existe una ley de la protección de datos clara en internet, además de que es difícil llegar a un acuerdo por estos fuertes intereses contrapuestos de los que estamos hablando.
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