Nos encontramos en la era de la gestión del conocimiento y si nos preguntamos quién, en la empresa, es el que tiene ese conocimiento, la respuesta es clara: las personas. Más exactamente, el personal directivo, los técnicos y mandos intermedios y los trabajadores de planta. El conjunto de todos ellos supone ese estupendo valor añadido que cualquier empresa necesita. Durante el pasado siglo el bien más preciado de la empresa era el dinero. Hoy en día, prima mucho más el talento de las personas que trabajan en ella. Y cualquier líder de cualquier compañía tiene un reto fundamental entre sus funciones: el que aparezca ese talento en las personas que están bajo su responsabilidad.
Un líder del siglo XXI tiene que conocer los mecanismos que logran motivar a las personas de forma que desplieguen todas sus capacidades y habilidades trabajando como un equipo, con la intención de que se alcancen los objetivos establecidos. Debe conocer técnicas de manejo y resolución de conflictos, formas de reforzar conductas positivas y detener las que no favorezcan a convivencia y asegurar el logro de las metas. Por todo ello, será un verdadero experto en gestión emocional, sabiendo dirigir a sus colaboradores y enseñándoles a vivir el cambio continuo como algo natural y necesario.
Queda atrás la práctica del “yo ordeno y tu trabajas”
Las empresas contratan a las personas, no para que se les diga lo que hay que hacer y lo hagan, sino para que ellas mismas sean las que digan lo que hay que hacer. El creer firmemente en que todo comienza con las personas, que, con sus ganas de ser cada día mejores, hacen posible que los procesos de la empresa mejoren, dando a su vez lugar a unos mejores resultados, es una concepción “Lean”, Por ello en muchas compañías se está apostando por líderes “Lean” para dirigirlas de forma más eficiente.
Seguro que conocemos un amplio número de clasificaciones de liderazgo que la psicología del trabajo ha descrito en todos estos años. Líderes autocráticos, delegadores o democráticos. Estilos de liderazgo transaccionales o más revolucionarios.
Y muchas son las líneas que se han escrito sobre la diferencia entre jefe y líder. Parece que lo que va a funcionar muy bien en este siglo XXI, es como decíamos, un líder Lean que con “poco puede hacer que logremos mucho entre todos”. Muchos expertos hablan, más que de un líder Lean, de un líder coach. Con el Coaching podemos llegar mucho más fácilmente al corazón de nuestros colaboradores.
La figura del líder coach
Esa condición de coach dentro de la figura del líder va provista de cinco habilidades o cualidades que ayudarán a generar la transformación en las personas y por tanto en nuestra empresa: comunicación, honestidad, accesibilidad, buena toma de decisiones y capacidad de delegar.
Con este planteamiento no solo se conseguirá que los trabajadores confíen en sus líderes, sino que, además, esos trabajadores también conseguirán confiar en sí mismos. Y eso supondrá el valor añadido necesario para que la empresa, no solamente sobreviva, sino que se desarrolle y se posicione en el mercado de una forma mucho más competitiva.
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Especialista en optimización y control industrial. Profesor del área de Mantenimiento y Producción en SEAS, Estudios Superiores Abiertos, centro de formación online del Grupo San Valero.