En mayor o menor media, todos hemos oído hablar de Lean. Múltiples blogs, cursos, conferencias, referencias en artículos, libros,…
Una de las cosas que podrían “criticarse” desde el planteamiento del Lean es que se tiende a dar mucha más importancia hacia la maquinaria y menos a las personas. Nos empeñamos en estudiar el valor de la tarea, como encaja esto en el proceso, como eliminar esos mudas, etc.
Takashi Harada y Norman Bodek se fijaron al parecer en este aspecto y dieron un paso adelante fijándose mucho más en la persona dentro de un escenario Lean. Lo registraron en su obra “El Método Harada: El Espíritu de la Autosuficiencia”. En cierto modo, lo que buscaban era esa combinación máquinas-personas para el grado de “motivación” de ambos se encamine en la misma dirección y la empresa consiga beneficios máximos.
En los últimos años, ese progreso tecnológico que estamos observando ha hecho que la industria ha cambiado. La automatización y la repetición de operaciones se ha hecho presente con tal intensidad que para algunas personas su trabajo cotidiano se ha convertido en algo rutinario y poco motivador.
Una posible consecuencia de la aversión a la rutina que siente el humano puede ser que nuestro grado de atención y el interés por su trabajo baje o incluso se pierda. Además de posibles riesgos personales que se puedan correr en el lugar de trabajo, hay otros peligros tales como la disminución de los niveles de calidad, y de cualificación profesional. Ni qué decir que la palabra éxito se aleja tanto en el nivel personal como en el empresarial.
Los creadores del Método Harada quieren proponer la pieza que la falta al puzle. Dar esa pincelada de humanidad al día a día. Su principal objetivo, el aumentar el desarrollo de todos nuestros empleados y conseguir que la motivación permanezca viva en todos ellos. La interpretación de esta metodología estaría muy relacionada con el autoliderazgo de los trabajadores a través de la mejora de sus habilidades, conocimientos, forma de pensar, motivación,…
Takashi Harada era entrenador en Osaka, Japón. Sus atletas no ganaban carreras ni destacaban como deportistas, Y de repente, todo cambió, consiguiendo esos mismos jóvenes crearse un lugar dentro de la élite del atletismo en ese país.
“Si existe una posibilidad de poder llegar a lo más alto no hay que desaprovecharla”. Eso fue lo que les plateó a sus jóvenes pupilos. Les reto a sus atletas a triunfar, asegurándoles que podrían conseguirlo, pero para ello necesitaban confiar en sí mismos. Aplicó el Efecto Pigmalión en ellos (Si creemos fuertemente en que una persona puede hacer algo, esa persona lo conseguirá con motivación y aprendizaje. Además, deberemos siempre estar ahí para valorar el esfuerzo invertido y los resultados logrados) La mejor arma que podemos proporcionar a una persona es darle herramientas, enseñarle a usarlas y hacerle creer que con ello puede ser el mejor y llegar al punto que desee.
Este planteamiento, como otros muchos, pasó del deporte a la empresa. Y fue en Toyota donde enraizó al principio. Allí ya sabemos que los trabajadores gozan de la suficiente independencia para resolver problemas. Además, se les motiva y hay valoración de sus logros. Sus líderes están capacitados para valorar el trabajo. Muchas empresas intentan seguir la estela de excelencia de Toyota, con resultados discretos hasta ahora.
Pero, ¿cuál es el enfoque del Método Harada? A continuación se indican los puntos clave de la metodología, de forma resumida:
1- Seleccionar un objetivo real (recomendable SMART), que podría ser tanto relacionado con el ámbito empresarial como con el personal.
2- Identificar qué recursos van a ser necesarios para que se pueda alcanzar la meta, por mínimos que sean. Importante que esos recursos estén disponibles a nuestra alcance durante todo el proceso.
3- Reflexionar sobre qué hábitos de conducta hemos de hacer presentes en nuestro día a día para que consigamos la meta. Suele recomendarse confeccionar una tabla con esos hábitos. Conviene que no sea una tabla muy extensa, ya que eso puede poner en peligro el enfoque hacia el logro de esa meta en concreto.
4- Se pueden recabar recomendaciones y consejos de personas próximas a nosotros, estén o no relacionadas directamente con todo lo que envuelve a nuestro objetivo. Todas esas recomendaciones pueden tener una gran utilidad.
5- Hacer un seguimiento diario de esa tabla de acciones, evaluando el grado de cumplimiento y cuánto nos está acercando al objetivo. Siempre es importante intentar evitar la famosa frase “el humano es el único ser que tropieza dos veces en la misma piedra”. El seguimiento y reflexión deben ayudarnos a ser conscientes de lo que no debemos repetir porque nos aleja del objetivo, y de todo aquello que por acercarnos a él sería conveniente hacerlo presente en todo momento.
Hay una frase que suele decirse para definir el espíritu de Harada:
¡Tú puedes ser tu propio líder, con humildad y respeto!
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Especialista en optimización y control industrial. Profesor del área de Mantenimiento y Producción en SEAS, Estudios Superiores Abiertos, centro de formación online del Grupo San Valero.
Susana
28 diciembre, 2020 at 11:33 amUn artículo muy interesante! Muchas gracias por el aporte!