Desde 1987 está aceptado y asumido en Japón que se producen muertes por exceso de trabajo. Según el Consejo Nacional em Defensa de las Víctimas de Karoshi, en Japón se producen alrededor de 20000 muertes de este tipo, aunque el Ministerio de Trabajo nipón no reconoce todavía una cantidad tan elevada.
Cifras realmente alarmantes. Tan solo entre el mes de marzo de 2015 y enero de 2016 hubo 2310 muertes por esta causa, la mayoría de ellos por suicido o por cansancio. De hecho, se ha acuñado una nueva palabra en su idioma, karoshisatsu, para las muertes por suicidio y distinguirás de las debidas a agotamiento y complicaciones de la salud. (Japón estadísticamente, es hace años uno de los países con mayor índice de suicidios en el mundo)
Reconocimiento del Karoshi
Se dice que el primer caso documentado de Karoshi ocurrió en 1969, mucho antes del reconocimiento oficial de esta tragedia. En aquel año, un trabajo con 29 años de edad, que trabajaba en un departamento de ventas, falleció tras trabajar, durante varias semanas, más de 12 horas diarias sin ningún día de descanso. La presión laboral a la que fue sometido concluyó con un infarto que le ocasionó la muerte.
Para que el gobierno japonés acepte que una muerte es debida a Karoshi, han de cumplirse obligatoriamente algunas circunstancias: haber superado las 100 horas extraordinarias en el mes anterior al fallecimiento u 80 horas extraordinarias en dos meses consecutivos de los últimos seis. El que un trabajador japonés pueda llegar a hacer tal cantidad de horas extras no es extraño. Allí está establecido una dedicación oficial de 40 horas semanales. Sin embargo, jefe y empleado pueden acordar hacer horas extras en lo que consideren entre las dos partes. Por lo general, por tema cultural del país, si un jefe pide trabajar más a un japonés, este lo hará sin rechistar.
Indemnización por Karoshi
Si un trabajador muere como consecuencia de Karoshi, está establecido por ley que la empresa indemnizará a los familiares, pudiendo llegar la cantidad hasta 1,6 millones de dólares en casos muy extremos. También el gobierno hace entrega de hasta 20.000 dólares a los familiares de la víctima. Debido a este dinero, los familiares de las víctimas siempre intentan lograr que se declare oficialmente el deceso debido a Karoshi, aunque tras las investigaciones de los órganos competentes, solamente el 40% de las peticiones se admiten como tal. Esto quiere decir que las cifras oficiales puede que se queden bastante bajas con respecto a los números reales.
El problema de esa actividad interminable bajo presión se agrava un poco más a nivel psicológico. Se llega a tener adicción por el trabajo, ausencia de desconexión con la actividad laboral e incluso, aunque parezca increíble, sentimiento de culpa por tomar vacaciones y no continuar trabajando. Muchos japoneses piensan que disfrutar de los 20 días establecidos por ley para vacaciones es una muestra falta de compromiso y de debilidad.
Pero todavía hay más. Para aprovechar mejor el tiempo y no malgastarlo sin trabajar en trayectos del trabajo a casa y viceversa, muchos trabajadores ya ni van a dormir a su domicilio y lo hacen en los hoteles-cápsula, negocio emergente que ofrece pequeños habitáculos parecidos a un nicho, que es donde lamentablemente acabarán muchos de sus usuarios en un espacio no muy grande de tiempo.
Toda esta situación genera un estrés de tal magnitud que afecta físicamente a la persona, como es de esperar. Aumento de la tensión arterial, disminución de la capacidad de coagulación de la sangre, frecuencia cardiaca inadecuada, tensión muscular, rigidez en hombros y nuca, acidez gástrica en altos niveles, dolores de cabeza…
Karoshi en España
Lamentablemente el Karoshi tiene su equivalente en otros países. En China recibe el nombre de guolaosi y se estima que se cobra alrededor de 600.000 víctimas anuales.
En España no hay reconocimiento oficial de la existencia de esta casuística, aunque se sospecha que pudiera haberlos dentro del colectivo de trabajadores por cuenta propia, no sujetos a control oficial.
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Especialista en optimización y control industrial. Profesor del área de Mantenimiento y Producción en SEAS, Estudios Superiores Abiertos, centro de formación online del Grupo San Valero.
