Un axioma fundamental como individuos racionales debe ser precisamente ese: utilizar la materia gris de nuestro cerebro para determinar nuestras acciones con cierto raciocinio.
En muchas facetas de nuestra vida utilizamos correctamente esta funcionalidad. Sin embargo, en otras, no tanto.
Además, esa disfunción como seres humanos es crónica; o sea, somos capaces de repetir los mismos errores una y otra vez, aún habiendo estudiado todas las equivocaciones cometidas en el pasado.
Por excelencia, el activo que bloquea nuestro hardware repetidamente es el dinero. Es capaz de anular todas nuestras iniciativas como personas racionales.
Varias razones condicionan esos errores.
- Por definición, pensamos que no nos podemos equivocar, y cuando lo hacemos no hablamos de ello. Sólo comentamos las cosas que hacemos bien y eso genera presión sobre el resto de las personas a nuestro alrededor que acaban admitiendo un riesgo mayor. Sólo por el hecho de que el vecino está obteniendo el 7% lo tengo que obtener yo. El problema es que el vecino no obtiene ese porcentaje….
- Pensamos en el dinero como algo que nos da la felicidad, cuando lo que nos da la felicidad es lo que podemos comprar con él; bien sean productos, servicios o tiempo. Por tanto el dinero nunca debe ser un fin sino un medio.
- Pensamos que papa “Estado” siempre estará ahí para rescatarnos si las cosas no salen bien: Inversiones como el Fórum Filatélico, pagarés de Rumasa, AVA, las famosas preferentes, siempre se intenta derivar responsabilidad sobre el Estado. Pero es que el Estado somos todos.
Y al final nadie regala nada. Si me ofrece una Entidad una rentabilidad del 10 por ciento, ésta debe obtener ese 10% más su margen de beneficio. Y eso son palabras mayores.
En resumidas cuentas, tenemos que tener bien claro que el riesgo y tipo de interés son directamente proporcionales siempre: a mayor tipo de interés prometido, mayor riesgo asumimos y por ello mayores son las posibilidades de perder nuestra inversión. Por tanto estudiemos siempre con detalle que producto financiero se nos ofrece, y como regla fundamental: si no lo entendemos lo mejor es no invertir, no vaya a convertirse ese desembolso en un gasto sin disfrute.
Post publicado por: Jesús Escuer
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