Cuando reímos hacemos que actúen alrededor de cuatrocientos músculos en nuestro cuerpo y el ejercicio que hacen es equivalente a unos 15 minutos de bicicleta. La risa hace que quememos calorías y además, ayuda a mejorar nuestra perspectiva ante los problemas laborales, incluyendo la relación con nuestros superiores, haciéndonos ser más productivos. No se trata de reírnos de un problema o faltar al respeto al jefe, sino mostrar una actitud positiva ante el problema.
Según el periódico digital Management Issues, de niños nos reíamos alrededor de 300 veces al día, mientras que de adultos, no alcanzamos las 80 veces. La risa hace que segreguemos hormonas que aminoran nuestra sensación de estrés. Siempre se nos educó para ser serios en nuestro trabajo. “A la oficina se va a trabajar”, nos decían. Y la opinión de los demás nos influencia mucho: “¡Qué pensarán mis compañeros de mi si me ven reírme y estar de buen humor!”.
Esa forma de pensar está un poco obsoleta en nuestros días. Por ejemplo, hay un estudio del Instituto de Desarrollo de Personal Colegiado Británico que concluye que la ausencia de la risa y el buen humor en el lugar de trabajo contribuye a la aparición de elevados niveles de estrés y de numerosas bajas por enfermedad por ese concepto, suponiendo más de 10 millones de euros a las empresas.
Otro estudio, realizado por la Universidad de Wharton y la Harvard Business School, indica que tener a los empleados contentos no solo repercute en su estado de ánimo sino que también estimula su nivel de productividad. Y no se refieren a un buen clima, sino a chistes, risas y carcajadas.
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Eso sí, debemos tener en cuenta que no es válido cualquier tipo de humor. Siempre está el riesgo de “no medir” lo que se dice o hace y ello haga sentir a otros atacados. Las bromas de mal gusto, chistes machistas, etc. deben ser controlados para que no consigamos junto el efecto contrario al perseguido. Como todo en la vida, la justa medida y la prudencia son buenas compañeras de viaje.
Si somos jefes y logramos crear un ambiente de trabajo donde el humor y la risa se canalicen de forma positiva dentro del día a día del trabajo, estaremos en el buen camino de lograr sensación de disfrute con el trabajo en nuestro equipo. Y ello provocará en nuestros empleados, a corto o medio plazo, que sus niveles de productividad mejoren y que su compromiso con la empresa y con los resultados aumente. Tengamos en cuenta que profesionalidad y sentido del humor no están reñidos, sino todo lo contrario. Hay que lograr superar ese miedo a que no nos tomen demasiado en serio. Además, el sentido del humor puede ayudar a inhibir ciertos prejuicios y barreras y hacer que el trabajador se muestre mucho más creativo.
La risa proporciona salud y, desde ahora, también productividad. Así que como dice el refrán, pongamos buena cara al mal tiempo.
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Especialista en optimización y control industrial. Profesor del área de Mantenimiento y Producción en SEAS, Estudios Superiores Abiertos, centro de formación online del Grupo San Valero.