Ríos de tinta se han escrito sobre las primas de las energías renovables.
En primer lugar no sé si la palabra “renovables” puede ser la adecuada ya que en el diccionario de la Real Academia de la Lengua dicho término significa que “puede renovarse”. Y cuando accedes a la palabra renovar el significado de la misma es “hacer como de nuevo algo o volverlo a su primer estado”. Por tanto no queda muy claro si este significado se puede aplicar a este tipo de energía.
Tampoco me gusta la palabra “energía verde”. No queda muy demostrado que sean totalmente verdes y por tanto también obviaríamos este vocablo.
Si tuviera que definir la energía obtenida por acción del sol, agua, viento o temperatura de la tierra, de alguna manera lo haría utilizando la siguiente expresión: energía ilimitada o saludable.
La palabra ilimitada da un matiz de lo que estamos hablando. Hablamos de un recurso inagotable y eso desde el punto de vista económico puede ser muy interesante, ya que comparando con otras energías, el poder asegurarse la energía sine die puede ser interesantísimo. Sobre todo el no depender de potencias o países que hoy pueden ser muy amigos y mañana no.
La palabra saludable también infunde tranquilidad. Esta energía minimiza al máximo cualquier riesgo contra la salud. No es momento de comparaciones entre nuclear y resto de energías pero lo que sí diré es que esta es más saludable, entre otros factores, aunque sólo sea por los residuos posteriores.
Respecto a las primas adscritas a las renovables, desde un punto de vista económico, una prima es ineficiente por naturaleza. Impide alcanzar un precio de equilibrio óptimo en el mercado, colocando a éste por encima del precio natural.
También se dice que existe una burbuja sobre las energías renovables. Las burbujas, económicamente hablando, tienen un aspecto perverso a corto plazo; muchas familias y empresas pueden ver maltrechas sus economías debido a este fenómeno, pero muchas veces es la única manera de introducir un producto en la economía, que de otra manera no se hubiera podido realizar.
Es decir, el estallido de una burbuja, bien gestionado puede hacer a largo plazo que el país sea competitivamente más avanzado que el resto de sus competidores.
Por todo lo anterior soy un firme defensor de esta energía inagotable y saludable y creo que entre todos debemos alcanzar un consenso para poder convertir a este país en pionero en esta actividad, no solamente como consumidor sino como comercializador de tecnología e innovación.
En SEAS ofrecemos formación en este tipo de energías, que tan interesante aportación pueden ofrecer al mercado eléctrico español e internacional.
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