Antecedentes
La enorme cantidad de máquinas de que dispone el ser humano en la actualidad tiene su origen en los utensilios creados en los albores de la Historia, por el Homo Sapiens Faber (nuestro antepasado pensante y fabricante).
Originalmente se limitaban a utensilios o instrumentos que les permitiesen sobrevivir frente a animales depredadores con los que competía. Estos utensilios eran hachas, lanzas, cuchillos, etc. Gracias a ellos fuimos capaces de fabricar después máquinas más complejas.
En el 3.500 a.C., en Mesopotamia, ya se conocían “las cinco máquinas simples”: la cuña, el plano inclinado, el tornillo, la rueda y la palanca.
Aproximadamente en el año 250 a.C., Arquímedes hizo públicos sus descubrimientos en relación con estas cinco máquinas elementales conocidas también como “las cinco grandes“ por su importancia tanto a la hora de utilizarlas en sí mismas como para incluirlas como componentes de otras máquinas mucho más complejas.
– La palanca y el plano inclinado son multiplicadores de fuerza y permiten, con una fuerza aparentemente pequeña, vencer resistencias comparativamente grandes, a costa de aplicar dicha fuerza más tiempo.
– La cuña transforma una fuerza longitudinal en dos fuerzas opuestas, básicamente transversales, lo que permite hendir una masa cualquiera.
– La polea permite transformar un movimiento de giro en uno lineal y viceversa.
– El tornillo, combinación de torno y plano inclinado, permite transformar la rotación en avance lineal y hendidura a la vez.
En tratados del Medievo es frecuente encontrar dibujos y croquis de máquinas, así como esbozos de sus componentes, tal es el caso del Códice Atlántico de Leonardo da Vinci.
Tras el Renacimiento, época en la que el número de mecanismos inventados creció desmesuradamente, surgió la necesidad de catalogar los diferentes mecanismos que eran inventados.
Hasta la revolución industrial se hicieron distintos catálogos que recogían los nombres de las nuevas máquinas e ingenios pero no se dio el paso de normalizar dimensiones, tolerancias o los propios componentes.
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