Hace un tiempo, mis hijas iniciaron con su padre un juego en el coche tipo veo veo, de tal forma que tenían que buscar coches de color amarillo por la calle. La elección del color no fue otra que, uno que a priori no fuese muy fácil de encontrar, pero cuál ha sido nuestra sorpresa que meses después (más de 4) ya llevamos la cuenta perdida de la cantidad de coches amarillos que hay, ¡nunca pensé que hubiera tantos! ¿Es casualidad o tenemos la mente más predispuesta a ver aquello para lo que nos hemos preparado o nos “predisponen” mentalmente?
¿Quién no se ha comprado alguna vez algo con la intención de que fuese único? Un coche, una moto, una experiencia…., y de repente te das cuenta de que lo tiene todo el mundo, de que se ve por todos los lados, o de que muchos ya han probado aquello que creías que sólo unos pocos lo habrían hecho. Y diréis, ¿qué tiene que ver todo esto con el marketing o la publicidad? Pues bien, cuando recibimos un impacto publicitario en nuestra mente es en parte fruto del empleo de las técnicas del neuromarketing que hoy en día están tanto de moda. Se trata de la aplicación de técnicas capaces de analizar los niveles de emoción, atención y memoria según los estímulos percibidos de forma consciente o subconsciente.
Los mensajes publicitarios contienen roles sociales que acaban condicionando nuestra conducta. Veamos un ejemplo, el de los anuncios de coches. Según un estudio realizado por la empresa para soluciones de marketing y publicidad Rocket Fuel los factores que más importan a los usuarios a la hora de adquirir un vehículo son: el consumo de combustible y la seguridad. Y qué hacen los publicistas pues en sus anuncios incluyen mensajes de este tipo logrando ser un 246% más efectivo. Los usuarios se sienten más atraídos cuando el coche que aparece en publicidad es azul o verde… por otro lado, el 90% de los anuncios muestran un coche, pero solo en un 4% aparece un ser humano. A pesar de este hecho el estudio revela que la efectividad aumenta en un 42% cuando aparece una persona en el anuncio.
Pues bien, no sólo los mensajes publicitarios llevan implícitos técnicas de neuromarketing, también las empresas aplican sus propias técnicas, cuántas veces hemos ido a la compra y hemos pensado en la mala elección del carrito, ese carro con el que de repente te alejas un momento y ¡horror! aún no has cogido el producto del lineal de enfrente que ya ves que tu carro se va a la deriva, y sólo piensas ¡otra vez he cogido el carro estropeado! pero…NO, esto lo hacen a propósito, lo que quieren es que el carro vaya directo hacia una estantería concreta, una estantería en la que igual de no haber chocado no te habrías fijado…
Aquí os dejo algunos ejemplos reales de neuromarketing.
¿Me ayudáis a ampliar la lista de estos ejemplos con experiencias propias que hayáis tenido?
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