¿Se puede sacar de la caña de azúcar una bolsa 100% biodegradable? La respuesta es que sí. Es más, no es una utopía, sino que es una realidad.
El producto ha sido creado por el Grupo SPHERE, líder en el mercado internacional de fabricación y comercialización de bolsas de plástico. Esta empresa apuesta de forma clara por lo que ya es el futuro del sector: “La producción de una nueva generación de productos con materiales termoplásticos. Dicho de otra manera, plástico que a temperatura ambiente es deformable, que se derrite cuando se calienta y se endurece cuando se enfría”.
El principal objetivo de este grupo empresarial es sustituir por completo los materiales derivados del petróleo por materiales vegetales renovables y, de esta forma, reducir el impacto medioambiental de todos sus procesos de fabricación y distribución. Así, la última fase de los productos, final de vida, se optimiza en programas de reciclado, mediante el compostaje e incineración con valor energético.
Después de varios años de lanzamientos de nuevos productos, esta empresa crea la primera bolsa producida a través de materiales vegetales renovables procedentes de la caña de azúcar. Se trata de un plástico vegetal, el polietileno, producido con etanol procedente de la caña de azúcar, para su aplicación en films y bolsas. Es un material que se adapta a la perfección al embalaje doméstico y que cuenta con propiedades estrictamente equivalentes a las del polietileno derivado del petróleo.
El empleo de la caña, como materia prima para la composición del polietileno y como fuente de energía en los procedimientos de transformación, requiere menor cantidad de petróleo y gas.
Además, los residuos fibrosos de la caña de azúcar, el bagazo, sirven de combustible y alimentan con energía la fábrica donde se produce el etanol, lo que supone otra fuente de ahorro de CO2 en el proceso de fabricación de polietileno. Es más, según numerosos estudios, se calcula que el consumo de energías fósiles se reduce a la mitad, además de generar el rechazo del petróleo como combustible para su fabricación. Algunas fábricas pueden hasta suministrar electricidad a los pueblos del entorno con la combustión del bagazo. La otra parte de los residuos, el vinote, se usan como abono para los cultivos de caña de azúcar.
Como conclusión, cabe resaltar que la producción de una bolsa de basura de Polietileno vegetal genera un 100% menos de gases de efecto invernadero, respecto a las bolsas fabricadas en materiales petróleos.
Post publicado por: Marta Lázaro
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