En muchas empresas, ser uno más de sus trabajadores no es bastante. Hay trabajadores que luchan por destacar, por estar en boca de todos, sobre todo de sus responsables, buscando reconocimiento de manera constante. Hay otros que están en la sombra, bien de forma voluntaria o porque no tienen la oportunidad de lograr mayor visibilidad.
Se puede definir por tanto dos tipos de empleados invisibles. Uno, aquel que decide por su propia voluntad mantenerse en un segundo plano, haciendo su trabajo con altos estándares de calidad y productividad. Otro, aquel que desarrolla su trabajo de forma estupenda pero que no recibe un reconocimiento por parte de jefes y compañeros. Ambos tipos nunca suelen alardear de su buen hacer y su talento. Unos porque no quieren y otros porque no pueden. Y en ningún caso se debe asociar esta situación con una falta de profesionalidad por su parte, aunque ciertamente esta circunstancia es probable que esté limitando el avance profesional en cuanto a posibles ascensos y mejoras de sus condiciones laborales.
Posibles causas de que nuestro talento sea “invisible”
Hay trabajadores con alto grado de introversión que se sienten más cómodos sin mostrar protagonismo, Otros, por su forma de ser, son excesivamente humildes y eso oculta su potencial. Hay otra posible causa relacionada con la inseguridad personal del trabajador, cuando este cree que no es lo sufrientemente bueno, llegando hasta no querer reconocer que hace bien las cosas.
Desde luego, a la empresa le va bien tener este tipo de trabajadores que hacen su tarea, se involucran y no dan problemas. En todas las organizaciones hay colaboradores perfeccionistas, despistados, cotillas, que siempre se quejan de todo, desorganizados, lentos en la ejecución de las tareas, más preocupados por sí mismos que por la tarea y la empresa, … El tener “hormiguitas”, diciéndolo con el máximo de los respetos, es algo que la empresa aprovecha. Aunque siempre hay riesgo de que el talento se vaya o se quede en la empresa, de forma muy poco activa. Por ello, detectar el talento silencioso y tenerlo muy en cuenta puede ser fundamental para evitar su desaparición.
Hay signos que pueden ayudar a los responsables a detectar un talento invisible. Este tipo de trabajador tolera el conflicto, se centra en lo importante, tiene su ego controlado y busca la excelencia. Y es importante que la empresa identifique a estas personas, ya que puede aparecer la sensación de sentirse ignorado o subestimado y las personas muchas veces pueden tomar la decisión de buscar otras alternativas laborales.
¿Y qué hacer si ese empleado silencioso somos nosotros?
Quizás sería buena idea dar algunos pasos para llegar a una situación de equilibrio entre la invisibilidad y una necesidad de protagonismo desmedida. Lo importante podría ser, no solamente mostrar nuestra excelencia, sino que la empresa llegue a pensar que nuestra profesionalidad es irreemplazable. Para ello, seria importante aprender a venderse o aprender a venderse mejor de cómo lo hagamos en la actualidad. Las reuniones, si asistimos a ellas, suele ser un escenario ideal donde mostrar nuestra capacidad de iniciativa y proactividad. Igual que se dice que para ser creativo hay que creer que lo somos, en este caso deberíamos valorarnos profesional y personalmente, huyendo en lo posible de esas modestias exageradas. Adicionalmente a todo esto, se suele decir que un buen profesional no lo podrá ser si además no es buena persona. Por ello, ser un gran compañero hará que el resto de trabajadores, con los que compartimos tantas horas a diario en el puesto de trabajo, nos aprecien y valoren mucho más.
El mayor obstáculo para no lograr cosas que deseamos somos nosotros mismos por lo que deberíamos afrontar un cambio de actitud que nos lleve a ser más felices en nuestro trabajo. Hagámonos valer y dejemos de ser tan invisibles.
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Especialista en optimización y control industrial. Profesor del área de Mantenimiento y Producción en SEAS, Estudios Superiores Abiertos, centro de formación online del Grupo San Valero.