Hace tiempo, conocí a un directivo al que admiraban quienes sabían de su trabajo. Atendía personalmente a todos los clientes de la empresa, buscaba nuevas oportunidades de negocio, todo el tiempo estaba reunido, viajando o desde la oficina en teletrabajo, gestionaba la contabilidad de la empresa, planificaba los nuevos proyectos en los que se embarcaba la empresa, controlando su avance y gestionando todo lo que fuese necesario para que saliera adelante, supervisaba la producción y su planificación, diseñaba las estrategias de marketing, … y así muchas cosas más. Y en apariencia, todo lo hacía bien.
Sus admiradores no veían otras “cosas” que todo ese nivel de actividad conllevaba consigo; estrés, ansiedad, insomnio, y problemas de salud asociadas a ello. Había aumentado bastante de peso, su ojo a veces temblaba de forma involuntaria y, para poder sobrellevar todo lo que llevaba entre manos, tomaba unas pastillas milagrosas, según él. Según me contó, se estaba perdiendo muchas cosas de sus hijos, su relación de pareja iba muy bien porque se veían poco, y se mandaba mensajes de Wasap con sus amigos, a los que esperaba ver pronto, si conseguía que las cosas de la empresa tomasen el rumbo adecuado. Con sus padres no se hablaba porque le preguntaban siempre si iba a heredar la empresa. Ese dolor “sin importancia” que a veces sentía en el pecho tenía su origen en esas críticas de su madre y no en el exceso de trabajo, como ella le decía.
No somos imprescindibles
¿Te suena esta historia? Ojalá no sea en primera persona. A lo sumo, que sea “de un amigo”. A veces tenemos dificultades para que todo el trabajo salga hacia adelante. Nos empeñamos en que somos parte imprescindible y fundamental, que todo lo debemos hacer nosotros (así estamos seguros que se ha hecho y se ha hecho bien, como debe ser) y que todo es urgente.
Quizás hay una receta milagrosa, que no son esas pastillas que tomaba ese directivo. Se trata de delegar. Posiblemente, parte de nuestro trabajo podría ser realizado por nuestros colaboradores. Pueden seguir admirándonos, y a la vez, compartir tareas y responsabilidad. Si nos decidiésemos a delegar, obtendríamos rápidamente algunos beneficios: más tiempo para nosotros y para desarrollar otras tareas, menos estrés, mayor productividad, mejorar la motivación, formación y compromiso de nuestros colaboradores con la empresa, mejoría en las relaciones personales en general, etc.
Significativos beneficios si superamos la idea de que sin nosotros no salen bien las cosas o la de que los demás no saben hacer las cosas o las hacen mal. O si superamos ese miedo que algunos trabajadores tienen a ser despedidos si enseñan a otros a hacer determinadas tareas, dejando ya de ser imprescindibles.
Pasos para decidirte a delegar
Una buena delegación implica respetar una serie de pasos que comentamos a continuación. Detectar y decidir qué tarea se va a delegar, definir claramente como debe hacerse, elegir a la persona que la hará a partir de este momento, asegurarnos que dicha persona sabe y entiende lo que debe hacer y lo que se espera de ella, dejarla trabajar y establecer forma de presentar resultados, así como fechas de cumplimiento, y quizás lo más importante, establecer puntos de control para ver cómo va todo. El delegar no supone que nos quitamos la responsabilidad, sino que la compartimos. Por ello, es adecuada un pequeño y puntual seguimiento al trabajo delegado. Muy positivo para que ambas partes se aseguren que las tareas se hacen conforme a lo esperado en calidad y plazos. Además, da mayor sentimiento de seguridad al delegador y delegado. Y ese sentirse acompañado siempre puede ser un refuerzo positivo si el control se ejerce de forma adecuada y no con prácticas que rocen la patología.
Quizás es el momento de pensar en nosotros, o en esos “amigos” que se estresan si no están estresados, para ver si es posible una delegación responsable de parte de nuestras tareas. Y no solo a nivel profesional. Todo esto es trasladable también a nuestra vida personal que a veces sufre del mismo mal.
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Especialista en optimización y control industrial. Profesor del área de Mantenimiento y Producción en SEAS, Estudios Superiores Abiertos, centro de formación online del Grupo San Valero.
