Durante los años 80 se hizo popular una creencia en Occidente acerca de Japón. Consistía en que se afirmaba que “Japón no dormía”. El país vivía en una burbuja económica que arrastraba a los japoneses a llevar jornadas de trabajo interminables que sumadas al poco tiempo que les quedaba para el ocio, ocasionaba esa imposibilidad de tener tiempo para dormir.
Pero, claro, no dormían en las camas de sus domicilios, porque una imagen habitual era ver a muchos japoneses dormitando en el metro o en el autobús, incluso estando de pie. De hecho, a esa práctica se le puso un nombre al haberse convertido en algo tan “natural”. A esas “siestas” que se permitían, sin ningún tipo de inhibición, durante sus trayectos en transporte público, en clases, conferencias e incluso en reuniones de trabajo se les denominó inemuri.
Contrastaba la curiosa mala imagen que daba un trabajador durmiendo en su cama o en su futón con el quedarse dormido en el sitio que le apeteciera.
Históricamente parece que la cultura del dormir viene de muy antiguo. Los mismos samuráis eran considerados muy virtuosos si eran capaces de interrumpir su sueño. Algunos psicólogos occidentales recomiendan que los bebes duerman en la habitación de los padres durante un tiempo y otros, todo lo contrario. Lo que sí es una norma social es que conforme se avanza en edad, que se duerma en habitaciones separadas. Pues bien, en Japón tienen muy superada esta norma. Para ellos no supone ningún problema quedarse dormidos delante de adultos, llegando a afirmar que su sueño es mejor de esta manera. Y lo demostraron de alguna manera cuando tras el tsunami de 2011 que destruyó algunas poblaciones cercanas a la costa, viviendo en casi en confinamiento, cientos de japoneses vivían y dormían en refugios. Y muchos de ellos manifestaron que el dormir en grupo les había ayudado a relajarse y a recuperar su ritmo de sueño después de la tragedia.
Lo curioso es que practicar inemuri no es sueño (como el nocturno) y tampoco se considera siesta. Y los japoneses lo intentan justificar apoyándose en el origen etimológico del apelativo que han dado a costumbre. Por un lado, “I” se refiere a estar alerta, estar presente y no dormido. Y por otro lado, “nemuri” lo podemos traducir por sueño.
En el ámbito del trabajo, aunque nos extrañe, hacer inemuri se atribuye al cansancio que genera la actividad laboral que desarrollamos. El dormirnos en una reunión no se ve con malos ojos porque piensan que está justificado debido a lo largas que suelen ser, por costumbre, en Japón. Cuenta, en gran cantidad de ocasiones, mucho más la asistencia que la participación. Ellos mismos se justifican diciendo que tienen un” sentimiento olímpico” porque participar es lo que importa.
La modestia es un valor que también está presente en Japón. Por ello, el trabajador japonés lo da todo en el trabajo, se agota y se queda dormido. Ha hecho un gran sacrificio por la empresa y por su país, y sin embargo, no presume de ello, ni se justifica ante los demás. Y a nadie le viene a la cabeza la palabra pereza.
Pensemos ahora en nuestro país, en nuestro lugar de trabajo, en nuestro centro de estudios, … Alguien está “practicando inemuri” ¿Lo entenderíamos y lo aceptaríamos con tanta normalidad como ocurre en Japón?
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Especialista en optimización y control industrial. Profesor del área de Mantenimiento y Producción en SEAS, Estudios Superiores Abiertos, centro de formación online del Grupo San Valero.